La Revolución no será Televisada

Este documental de los realizadores irlandeses Kim Bartley y Donnacha O’Brien, relatan el fallido golpe de Estado que la oligarquía venezolana, junto con la anterior elite política y económica del país, intentaron llevar a cabo al gobierno democráticamente electo de Hugo Chávez.
El documento audiovisual presenta una crucial característica; que logra aportar una cuota de credibilidad al presentarse inicialmente como un registro de una nueva “vía al socialismo” que de hace algunos años estaba aconteciendo en aquel país, y que conforme se van desarrollando los hechos, termina siendo un genuino reflejo del desarrollo de un golpe de Estado típicamente latinoamericano. No obstante, incluye una variante que la hace particularmente atractiva, pues acontece dentro de un escenario de medios de comunicación de masas. En este escenario, “La Revolución no será Televisada” demuestra la incidencia e importancia que este artificio tiene, en términos políticos y sociales.

La manipulación del poder de las imágenes, las opiniones propositivas de los conductores de televisión, van generando un clima de incertidumbre, al punto de que el gobierno, uno de los poderes con más ingerencia dentro del Estado, dependa su institucionalidad de la disposición que los medios de comunicación le guarden.
Esta situación pareciera no haberse suscitado anteriormente con los efectos devastadores con que aquí se desenvolvió. Logrando imponer un referente que sirva de precepto para el resto de países circundantes de la región, que se encuentran en una situación de dependencia económica y subdesarrollo con altísimos grados de inequidad.
En ese sentido, la “nueva variable” televisiva logra poner en jaque al Estado, y arrimarse por encima de él, como un poder coercitivo y potencialmente dominante de la cultura de masas occidental. Dejar en evidencia esta situación es lo que finalmente le otorga el mayor valor a este trabajo documental; el formato de edición, la estructura del diálogo, la narración omnisciente de la voz en off, la secuencia de imágenes contrapuestas en función de separar a los “buenos” de los “malos”, aparece más clara y evidentemente. La simplificación de un hecho político-cultural de larga data, que logra su síntesis en extraordinarios par de segundos explicativos, genera una disposición por parte del receptor – en muchas ocasiones, extranjero de esa historia social – que muy posiblemente esté más cerca del otorgamiento de su credibilidad total, más que de su escepticismo.
Logrando desarrollar una cierta complicidad informativa del orden simbiótico entre los agentes participantes del ejercicio retroalimentador de la historia mostrada.


La simbiosis de ésta información produce la sentencia sepultadora, en función de los “malos”, que lleva a la total entrega de la muy preciada legitimidad que pertenece a quienes participan como espectadores activos de generación de juicios. Dentro de los cuales me considero pertenecer.

Les dejo acá el documental completo.








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